¿Necesito una cuenta de Instagram para mi marca personal y otra para mí?

por | Jun 20, 2021 | Marca Personal

Si han estado siguiendo mis publicaciones en Instagram, seguro habrán visto que entre las entrevistas en los Lives, las lecciones de estrategia y los Monday Clarity —contenido que va muy acorde con mi propuesta profesional como asesora de marcas personales— hay cosas como… ahem… una perrita, unas pesas y unas playas. Muchas de ustedes podrían pensar que este tipo de publicaciones personales no deberían estar presentes en mi cuenta de trabajo, porque no tienen nada que ver con mis fortalezas laborales, pero yo quisiera cuestionar esa forma de pensar. Constantemente escucho a mis clientas decir que sienten que necesitan una cuenta de Instagram para su marca personal y otra separada para su contenido personal privado,  para proteger la primera de la segunda y viceversa. Sin embargo, yo veo esto como un error. ¿No les he dicho que una marca personal debe ser integral y estar basada en la autenticidad? También, ¿no creen que mostrar a la persona detrás de la marca explica mucho mejor nuestras aspiraciones, nuestras metas y nuestras inclinaciones?

Por eso quiero compartir con ustedes 5 razones por las cuales no es necesario separar la marca personal de la persona en Instagram. Con una sola cuenta, llevada con conciencia y con corazón, es posible enriquecer nuestra presencia profesional sin caer en el error de perder nuestra esencia. 

[1] ¿Dónde lo pongo?

La pregunta que dio pie a esta entrada de blog es una que escucho constantemente durante mis webinars: “¿Dónde comparto esto, en la cuenta personal o en la de negocios?”. Veo que muchas se sienten como un ser doble, un ser dividido. Yo les pediría adentrarse más en la razón detrás de esa división y preguntarse cuál es el objetivo detrás de comunicar algo en particular. ¿Es enriquecer a sus seguidores con información? ¿Es hablar sobre el esfuerzo detrás de un logro? ¿O es compartir un momento feliz en familia, en pareja o en casa? Las tres cosas forman parte de una marca personal, pues hablan de un ser humano en constante evolución que con sus vivencias cotidianas alimenta la parte de negocios. Tener dos cuentas de Instagram es la raíz de toda confusión, porque refugiarse en la muletilla del dónde-lo-pongo evita que se hagan la pregunta que realmente importa: ¿Para qué lo pongo? Si examinan lo que quieren compartir y ven que en realidad no aporta ni a un lado ni a otro, entonces es mejor destinarlo a un grupo privado en WhatsApp. 

Pero a veces hasta se trata de una confusión estética. Sé que muchas se han esforzado por desarrollar una línea gráfica para su cuenta profesional, y por esa razón se dan el permiso de llevar las cosas más relajadas del lado personal. Yo veo esto como una oportunidad de expandir un poco más esa línea gráfica, para así encontrar un punto intermedio donde puedan integrar sus publicaciones espontáneas; quizás hasta pueda ser utilizando un filtro insignia o un juego tipográfico que vaya acorde con lo que han desarrollado del lado profesional.

[2] No todos los X son Y

¿Todas las científicas son aburridas? ¿Todas las abogadas pelean hasta en el supermercado? ¿Todas las diseñadoras de moda andan de punta en blanco en todo momento? Hay una persona detrás de una profesional, y eso hace que una profesional no sea un estereotipo. Por eso, cuando decidimos integrar nuestras cuentas estamos quitándole fuerza a los estereotipos arraigados, y con eso demostrando que no todos los X son Y. Por ejemplo, la abogada Laura Castillo, cuya firma Innventiva Legal se enfoca en la propiedad intelectual, ha logrado salirse de la narrativa seria que muchas de sus colegas se sienten obligadas a transmitir. Con sus reels y sus TikToks, así como sus fotos de su vida en pareja y en familia, ha demostrado que no hay que caer en la trampa de usar traje sastre literal y metafórico para ser una abogada muy capacitada. Con esa posición, ella y su hermana —su socia en la firma—  están dejando de alimentar estereotipos en su propio campo de trabajo. No hay que parecer un bot del derecho para ser una buena profesional del derecho. 

O miren al doctor Mauricio González, un latino residente en Nueva York, quien con su forma llana y graciosa de explicar temas de medicina interna —como las inquietudes sobre las vacunas contra la COVID-19— demuestra que podemos y debemos creer en la opinión profesional de alguien que dice “Haters don’t sleep. Neither do I” o que grita “Come to my belly!” cuando comparte un video de su plato de ramen favorito. Así que, aunque ustedes puedan verlo como una desviación en la narrativa tradicional de sus respectivas profesiones, tomar decisiones personales como esa pueden tener un gran impacto sobre sus gremios a largo plazo.

[3] Vivir lo que vendemos

¿Ustedes se imaginan exponiendo sus complejos y preocupaciones emocionales más íntimas frente a un grupo? Sé que es difícil imaginárselo, pero, en caso de que sí, ¿a qué tipo de persona le confiarían esas historias tan reveladoras? Bueno, en el caso de muchas mujeres, esa profesional tiene nombre y apellido: Bianca Melo es psicóloga clínica, terapeuta y docente en UNIBE, y a través de su exposición en redes sociales ha logrado conectar con mujeres que buscan superar traumas pasados y temas de autoestima. Ahora, hay una diferencia con el modelo más tradicional que se conoce aquí: lo ha hecho a través de terapias grupales virtuales. ¿Por qué sus pacientes confían tanto en ella? Porque vive en coherencia: Bianca ha logrado integrar sus experiencias personales, su tiempo en familia y hasta sus aniversarios de boda a su mensaje. Ella vive en esa sanación constante que ella misma promueve. Por eso, cuando una terapeuta puede mostrar ejemplos de retos, de logros y de gratitud a través de su historia personal, ahí conecta con la gente. ¿Qué lección nos deja eso a nosotros? Que cuando usamos una cuenta única para mostrar que vivimos lo que vendemos, no solo hacemos el trabajo, sino que también podemos llegar a inspirar e impactar. 

[4] ¡Pero yo no quiero ser influenciadora!

Muchas de las participantes de mi Personal Branding Masterclass me dicen lo mismo al principio: que andan buscando un crecimiento integral, pero que ni locas quieren ser influenciadoras. Cuando escucho eso, me doy cuenta de que están confundiendo el rol de una influenciadora con el de un canal de consumo… porque muchas veces lo que hay del otro lado es una celebridad ocupada que solo muestra lo que tiene y lo que hace sin una propuesta de valor, sin un enfoque. Digo esto porque muchas personas en redes sociales solo buscan ser populares para así atraer el interés de marcas que patrocinen su estilo de vida, y esa es la definición que a veces ellas están asociando con la palabra.

Sin embargo, a mí sí me gustaría que las participantes de mi programa se convirtieran en influenciadoras… pero en influenciadoras integrales. ¿No se supone que, como marca personal, debemos pensar en comunicar a la gente para sumarles? Si hacemos el trabajo que verdaderamente nos importa, ¿podemos llegar a generar un cambio en nuestra comunidad? ¿Podemos influenciar con miras a la superación, a la educación y a la toma de conciencia? Entonces sí vale la pena utilizar la plataforma profesional para compartir un estilo de vida y una forma de pensar que enriquezca intelectual y moralmente a quienes nos siguen. 

[5] Pero a veces es cierto eso de “divide y vencerás»

Ahora, como contrapeso: ¿Cuándo sí es inteligente separar ambas cuentas? Cuando sus servicios son lo suficientemente variados como para que puedan beneficiarse de segmentar la comunicación según el tipo de clientes. Por ejemplo, la fotógrafa venezolana Natalia Boccalon es conocida aquí en República Dominicana por sus piezas de fotografía comercial para moda y estilo de vida —y hasta por pasarse del otro lado del lente durante los puntos de la pandemia cuando era difícil reunir a un equipo—. Pocos clientes potenciales saben, sin embargo, que también es fotógrafa de espacios interiores. Por eso, ella acaba de sacar una cuenta llamada Visual Manners, donde comparte exclusivamente sus comisiones de arquitectos e interioristas. En casos como ese tiene mucho más mérito la decisión, pues es una estrategia de expansión para darse a conocer en un nuevo nicho. Ahí sí tiene sentido dividir para vencer. 

Ahora, algo importante: estas decisiones “divisivas” deben tomarse basadas en el negocio en sí, no en cómo se verán sus publicaciones en Instagram. Más allá de la cuestión de tener una cuenta adicional, esta decisión tiene un impacto sobre sus estrategias y su comunicación, y en consecuencia sobre sus resultados. Solamente piensen que el ejemplo de Visual Manners es una división que puede crecer más allá de Natalia, con un equipo y otros fotógrafos. Si hacen ese ejercicio con su propia cuenta secundaria se van a dar cuenta de que no se trata solo de cuál es la cuenta, sino de cuál es la visión.


Así que, cuando me vean en Instagram entrenando a Lily, entregada levantando pesas en el gimnasio o celebrando pequeños momentos con mi esposo Félix, ya saben que no se trata de un cruce de cables: estoy más que consciente de que mi yo integral es más fuerte y más coherente como marca personal que mis dos yos divididos.